jueves, 24 de diciembre de 2009

EL PENSAMIENTO ESTÉTICO MEDIEVAL Y EL MODERNO

En la Edad Media los problemas estéticos se derivan de la Antigüedad clásica, pero confiriéndoles un significado nuevo, partiendo del sentimiento del hombre, del mundo y de la divinidad - propios de la divinidad cristiana (a partir de la tradición bíblica y de la Patrística)-, incorporándolos en nuevos marcos filosóficos. El exclusivo estudio objetivo de la belleza -el esquema griego- cede ante el carácter psicológico de la escolástica: "se analiza la intima correspondencia del sujeto con el objeto". Lo bello es una percepción no propiamente visual, auditiva o de la inteligencia, el deleite derivado de él es de su propiedad. Objetivamente, la belleza debe resplandecer en virtud de su forma y orden, principios de perfección. Unidad y forma resplandecientes producen en el sujeto una profunda impresión estética.

El artista medieval es, mucho más que un individuo, el canal a cuyo través encontraba expresión la consciencia unánime de una comunidad orgánica e internacional. El juicio, dentro de la definición medieval, depende de la comparación de la forma efectiva o accidental de la obra, con su forma sustancial o esencial, según ésta preexistía en la mente del artista; pues «la similitud se dice con respecto a la forma» (Summa Theologica I.5.4), y no con respecto a ningún otro objeto diferente y externo, que se supone que ha sido imitado. La estética medieval no sólo es universalmente aplicable, e incomparablemente clara y satisfactoria, sino que también, al mismo tiempo que trata sobre lo bello, es bella en sí misma. Manifestativos de la belleza: proportio, integritas y claritas.( Edgar de Bruyne: La estética de la Edad Media, Ed. Visor, Madrid, 1987)

El estudioso moderno del «arte», puede inclinarse al comienzo a protestar por la combinación de la estética y la teología. Sin embargo, esta combinación pertenece a un punto de vista que no separa la experiencia en compartimentos independientemente auto-subsistentes. La teología es en sí misma un arte del orden más elevado, puesto que su incumbencia es el «ordenamiento de Dios», y, en relación con las obras de arte medievales, ocupa la posición de la causa formal, en cuya ignorancia resulta imposible un juicio del arte que no sea sobre la base de un gusto personal.

La doctrina escolástica de la Belleza, se basa fundamentalmente en el breve tratamiento de Dionisio el Areopaguita , en el capítulo del De divinis nominibus, titulado «De pulchro et bono».

Por su parte, Witelo en De perspectiva (1270) presenta una moderna concepción interactiva del conocimiento. Apunta cómo en la percepción de las realidades estéticas interviene no sólo la captación intuitiva de las formas sensibles (en la que ya actúan de forma casi instantánea la memoria, la imaginación y la razón) sino también una compleja interacción entre la multiplicidad de esos aspectos objetivos y la actividad del sujeto, que compara y relaciona.

En la Edad Media existe una concepción de la belleza puramente inteligible y de la armonía moral, de esplendor religioso y metafísico (de corte claramente platónico). Pero esa concepción, marcada en la importancia de los símbolos iconográficos del arte medieval, impregna la realidad moral, psicológica y sentimental del hombre de la época. El arte expresa, sin duda, la pretensión de amar a Dios; pero ese amor espiritual no niega el atractivo que suponen los objetos sensibles. El asunto crucial es dejar patente que la inclinación al amor ornamenti, a las iglesias suntuosas y a la belleza del canto y de la música debían estar puestas al servicio del amor a Dios.

No cabe duda de que los hombres y las mujeres medievales disfrutan de la belleza no fijándose exclusivamente en la autonomía del producto artístico o de la realidad de la naturaleza, sino en un captar todas las relaciones sobrenaturales entre el objeto y el cosmos, en percibir el significado metafísico-religioso de la verdad. Desde este punto de vista, las distinciones escolásticas entre belleza y utilidad, entre belleza y bondad son meramente retóricas. Cierto que Isidoro de Sevilla distingue entre lo pulchrum (lo bello por si) y lo aptum (lo bello en función de algo), doctrina transmitida desde la Antigüedad, pasada de Cicerón a Agustín de Hipona ; y de éste a toda la Escolástica. Pero esos mismos autores eclesiásticos que celebran la belleza per se del arte sagrado insisten luego en su finalidad didascálica (idealismo-materialismo); a saber, la pintura debe embellecer la casa de Dios, traer a la memoria la vida de santos y deleitar a los incultos (dado que la pintura es la literatura de los laicos).

Ya hemos apuntado la influencia platónica en el pensamiento medieval. Debemos también apuntar en esta influencia la idea, manifestada en el Timeo, de la belleza del mundo como reflejo e imagen de la belleza ideal. Esta posición coincidía y reforzaba la tradición bíblica, ampliada por los Padres, de la idea de que Dios vio, según se relata en el Génesis, que todo lo que había hecho era bueno y según se expone en el Libro de la Sabiduría, comentado por Agustín de Hipona ese mundo había sido creado según numerus, pondus y mensura, esto es, según proporciones matemáticas.

Durante el Medievo, la definición asumida plenamente procedía de Agustín: “la hermosura del cuerpo es la armonía de las partes acompañada por cierta suavidad de colo”r. Se recogía así la definición de la tradición estoica y clásica, en general, la díada chrôma kaì symmetrìa; y la posición pitagórica de la proporción, del número. Así pues, por un lado, la sensibilidad de la época, revive en una atmósfera de espiritualismo cristiano la kalokagathía griega, la armónica conjunción de belleza física y virtud; y, por otro, el filósofo escolástico tratará de discernir en qué consiste esa identidad y hasta qué punto se distinguen ambos conceptos.

En definitiva, la estética medieval culmina en los tres aspectos que establece Tomás de Aquino: proportio entre materia y forma del objeto artístico, ya como adecuación de la cosa a sí misma (perfectio prima) ya como adecuación de la cosa a la propia función (perfectio secunda), la integritas de la intención moral del hecho artístico y la claritas como verdadera capacidad expresiva del organismo concreto para mostrarse resplandeciente y ser gozado plenamente, sin turbación, sin esfuerzo, en paz y sosiego.( E. Panofsky: Arquitectura gótica y pensamiento escolástico, Ed. La Piqueta, Madrid, 1986.)


Finalmente nace en el pensamiento medieval "una teoría sistemática” que necesariamente retrasada con respecto al fermento y a la tensión práctica, lleva a cumplimiento la imagen estética del ordo político y del ordo teológico cuando éste está ya minado por mil partes: por la conciencia nacional, por las lenguas romances, por las nuevas tecnologías, por un nuevo sentimiento místico, por el cambio social, por la duda teorética. En un cierto momento, la Escolástica, doctrina de un Estado universal católico del que las Summae son la constitución, las catedrales la enciclopedia, y la Universidad de París la capital, tiene que vérselas con la poesía en romance, con Petrarca que desprecia a los "bárbaros" de París, con nuevos fermentos hereticales, con el aflorar de textos más o menos arcaicos, escritos en lenguas que la Edad Media había olvidado, con la nueva ciencia experimental y cuantitativa, con distintas concepciones del individuo y de la sociedad, de lo lícito y de lo ilícito, de la felicidad y del pecado, de la seguridad y de la inquietud; y, por lo tanto, fatalmente, también de lo bello, de lo feo y del arte. (Breve Historia del Mundo. Ernst H Gombrich)

Hay que decir, que si bien la belleza se adaptó a la poderosa presencia del pensamiento cristiano durante la Edad Media, por no hablar de las evoluciones a todo nivel del Renacimiento. Pero un cierto trasfondo entre platónico y matemático (la noción de proporción asociada al número, por ejemplo) siguió definiendo a la belleza.

Si moderno es lo nuevo, lo que está sucediendo o acaba de suceder, es lógico que se haya adjetivado de "moderna" a aquella Europa que en el 1400 estrenaba una cultura nueva, que renovaba de tal modo el rostro de la vieja Europa, que bien denominamos: moderna. Así pues podemos sostener que Leonardo fue uno de los protagonistas de ese tiempo de novedad tras novedad que dio su perfil a lo que hoy llamamos Edad Moderna, época en la que se ingresa en la Modernidad.

La Teología de la Encarnación en distintas prácticas rituales, da forma a una plétora de conceptos estéticos entre los que destaca la desgarradura como piedra filosofal. La práctica de la pintura moderna, lejos de reproducir la mimesis académica como una emulación nostálgica y petrificante de los monumentos del pasado, es el flujo vital de sangre que mana del Corpus Christi. La iconografía de la desgarradura, abierta por las úlceras del Cristo de los Dolores de Alberto Durero (1511), sucede siempre que Fra Angelico, Botticelli, Tiziano, Rembrandt, Vermeer, Soutine, Bacon y muchos otros presentan cuerpos abiertos por el «drama de la desemejanza» entre Dios y el hombre.

Ésta fue una época muy afortunada que tuvo, no solamente un florecimiento de grandes artistas, sino también una intensa, general e inagotable sed de “saber”. Estas condiciones permitieron un importante influjo sobre todas las artes. Por ejemplo, el profundo estudio de las doctrinas de Platón, hizo más grande a Rafael y Miguel Ángel, como también las inspiraciones de Virgilio y Homero estimularon a Filarete a esculpir las fábulas de Esopo sobre las puertas de San Pedro. Desde entonces, muchas otras gestas de los griegos y los romanos fueron usadas por los artistas como temas para sus extraordinarias y maravillosas obras. Sin embargo, el deseo de "saber" no se limitó a esto. También la Anatomía, la Geometría, la Física, junto a muchas metodologías prácticas, fueron materias de estudio y sirvieron para acercar a la perfección a todo lo que produjo la época renacentista. En todos los casos, la perfección alcanzada se logró respetando las siguientes reglas: Naturalismo, Proporción, Armonía, Equilibrio y Espontaneidad expresiva.

El signo moderno deja de ser un símbolo trascendente precisamente para flotar libre de cualquier significación atribuida por anticipado, ya sea por la historia o por la filosofía; un signo libre que cuestiona toda idea de historia atemporal, monumental y monolítica, cerrada sobre conceptos fundamentales de la historia del arte humanista.

Este cambio de gustos se debió, en principio, a la creciente admiración por el naturalismo y al deseo de imitarlo por su equilibrio y su aspecto, utilizando formas de expresión cada vez más reales. Como consecuencia, se inició la búsqueda de nuevas formas estéticas en oposición a la influencia medieval existente. Los gustos de la sociedad se acercaron lentamente, pero cada vez más, a la belleza estética y a las formas más exquisitas.

Cambió la Arquitectura, modificando sus tradicionales formas góticas por conceptos más estéticos. Aparecieron nuevamente las curvas, los arcos y las columnas en lugar de los pilares, con el consecuente cambio de todas las proporciones de los edificios. Se modificaron y también reconstruyeron numerosos palacios y, principalmente, muchísimas Iglesias, que inauguraron maravillosas cúpulas en lugar de los antiguos techos casi planos. Como ejemplo, se puede admirar en Florencia la gigantesca cúpula de “Santa Maria del Fiore”, un verdadero milagro de estática, construida por Filippo Brunelleschi (1377/1446). Se debe un gran reconocimiento a este genial arquitecto, que pudo resolver numerosos problemas de ingeniería que parecían insuperables. De Brunelleschi se recuerda la construcción (siempre en Florencia) de la Iglesia de San Lorenzo, del famoso Palacio Pitti, del Hospital de los Inocentes y de la Capilla Pazzi.( A. Blunt: La teoría de las artes en Italia (del 1450 a 1600), Ed. Cátedra, Madrid, 1979.)


Siempre en arquitectura, años después, debe recordarse la construcción de la cúpula de la Catedral de San Pedro en Roma, que fue encargada en 1547 a Miguel Angel Buonarroti (1457/1566). Esta extraordinaria realización fue siempre recordada como una obra suma. En cuanto a la escultura, también hubo avances muy importantes. Vale la pena nombrar uno de los más grandes escultores del 1400, “Donato di Nicoló di Betto Bardi”, conocido como Donatello (1386/1466). Desde joven comenzó a estudiar las esculturas y los bajorrelieves antiguos, tratando de sintetizar los conceptos de armonía y equilibrio. Más tarde, como artista, creó numerosas esculturas esparcidas por toda Italia. Entre las mayores citamos La Cantoria, el San Giorgio, el Zuccone, el San Giovanni Evangelista, el Crocifisso y las dos puertas en bronce de San Lorenzo, la Iglesia florentina en la cual reposan sus restos.

Siempre en escultura, años después, Miguel Ángel, alumno de "Ghirlandaio" genial escultor, además de pintor y arquitecto, dio al mundo infinidad de esculturas, entre las cuales se destacan El David, El Moisés y La Piedad. Este gran artista vivió en la misma época que Leonardo da Vinci, estando los dos entre los máximos representante del Renacimiento.

La pintura fue la última de las artes que introdujo las nuevas tendencias. La innovación comenzó con la utilización de la perspectiva, que permitió una visión mucho más real de las imágenes. Además, el uso de los graffitis, las témperas y, por último, la pintura al aceite, permitieron un cambio realmente revolucionario en este arte.
Los pintores fueron innumerables, con obras geniales en el concepto, diseño y ejecución Entre todos, están los genios como Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Giotto (1267/1337), Botticelli (1444/1510), Rafael (1483/1520), sin olvidar a Mantegna, Pier de la Francesca, Beato Angélico y muchísimos otros.


Naturaleza Mundo Hombre Semejanzas
Estética Medieval La naturaleza se ofrece como objeto de contemplación y fuente de goce estético por lo menos en dos sentidos: el sensible y el inteligible. Ambas, la belleza inteligible y la belleza sensible se manifiestan en el arte mediante el número y la proporción, el color y la luz y el símbolo y la alegoría. En el arte medieval se aprecia una constante y decidida búsqueda de equilibrio entre la belleza trascendental y la belleza sensible. Se parte del principio de que la belleza ha de afectar tanto al ojo como al alma. Plantean a Dios como el creador y la fuerza capaz de descubrir lo bello, con lo cual lo que deja de estar vinculado a Dios, dista de ser bello. La estética medieval teme que le hombre si presta un excesivo interés por las cosas de la tierra pudiera perjudicar al alma, cuya verdadera vocación está en otra parte El número da origen al orden, el ordenamiento de las partes iguales y desiguales en un todo integrado de acuerdo con un fin.
Estética Moderna La cultura de la estética moderna, transforma la concepción de la naturaleza, "en simple entorno de la existencia humana, individual y social”. La espiritualidad humana no tenía por qué disociarse del mundo material, ni el intelecto por qué predominar sobre la sensibilidad. Durante el Renacimiento emergió una forma innovadora y originalísima de inventar y plasmar estéticamente el mundo interior y el exterior; se trató de conquistas pictóricas como el creciente realismo de las figuras, la caracterización psicológica de los rostros, la identificación de los personajes a través del retrato y el autorretrato. El hombre se convierte en el interés del propio hombre. No se conformaron con la visión que les habían presentado del hombre y por eso decidieron averiguar por si mismos. La sencillez es el alma de esta estética, pues en las relaciones numéricas más sencillas, quizá no sería correcto aplicar aquí el vocablo simple, están las más comprensibles para el hombre, por tanto las más bellas. En esta sencillez también reside lo apropiado. La estética de la música nos lleva a la matemática, y de ahí a la metafísica el paso es muy corto.


BIBLIOGRAFIA.


- Raymond Bayer: Historia de la estética, Ed. Fondo de Cultura Económica México, 1987.
- Edgar de Bruyne: La estética de la Edad Media, Ed. Visor, Madrid, 1987.
- José María Valverde: Breve historia y antología de la estética. Ed. Ariel, Barcelona, 1987.
- E. Panofsky: Arquitectura gótica y pensamiento escolástico, Ed. La Piqueta, Madrid, 1986.
- A. Blunt: La teoría de las artes en Italia (del 1450 a 1600), Ed. Cátedra, Madrid, 1979.
- El pensamiento estético de Theodor W. Adorno. Vicente Gómez.Ed
- Historia de las Ideas Estéticas. Fundación para la Universitat Oberta de Catalunya. José Mª Valverde Pacheco y Joan Campàs Montaner. Septiembre 2007.
- La Historia del Arte. E.H. Gombrich.Ed: Debate, 1.997.
- Breve Historia del Mundo. Ernst H Gombrich.Ed: Quinteto, marzo 2.005.


PARA SABER MÁS

- http://es.truveo.com/Arte-Medieval-y-renacimiento/id/1456562189.
- http://www.infoartedigital.com/index_archivos/esteticaedadmedia.htm.
- http://66.102.9.104/search?q=cache:9FTe30CnNKcJ:www.revistapolis.cl/17/diez.doc+estetica+moderna+%2Bmedieval%2Bsemejanzas&hl=es&ct=clnk&cd=27&gl=es&lr=lang_es.
- http://www.rosariarte.com.ar/contenidos/index.php?op=nota&nid=155&pn=1.
-