domingo, 4 de abril de 2010

La Hermeneutica

DE LA HERMENÉUTICA DEL TEXTO A LA HERMNÉUTICA COMO INTERPRETACIÓN DEL SUJETO COGNOSCENTE.
1. INTRODUCCIÓN.
El término hermenéutica proviene del verbo griego “hermeneutiko” que significa interpretar, declarar, anunciar, esclarecer y, por último, traducir. Significa que alguna cosa es vuelta comprensible o llevada a la comprensión. El concepto de hermenéutica se remonta a la simbología que rodea a la figura del Dios griego Hermes, el hijo de Zeus y Maya, encargado de mediar entre los dioses o entre éstos y los hombres. Dios de la elocuencia, protector de los viajeros y del comercio, Hermes no sólo era el mensajero de Zeus. También se encargaba de transmitir a los hombres los mensajes y órdenes divinas para que éstas fueran tanto comprendidas, como acatadas convenientemente; lo cierto es que este término originalmente expresaba la comprensión y explicación de una sentencia oscura y enigmática de los dioses u oráculo, que precisaba una interpretación correcta. Otros dicen que el término hermenéutica deriva del griego "ermēneutikē", que significa "ciencia", "técnica" que tiene por objeto la interpretación de textos religiosos o filosóficos, especialmente de las Sagradas Escrituras; "interpretación" del sentido de las palabras de los textos; "teoría", ciencia volcada en la interpretación de los signos y de su valor simbólico. http://es.wikipedia.org/wiki/Hermen%C3%A9utica.
Si en sus origines la hermenéutica se concibió como el arte de interpretar textos para establecer su sentido real, por lo que se utilizó en Teología para analizar las sagradas escrituras, no es menos cierto, que desde Platón ya, se extendió su significado a la explicación o interpretación del pensamiento, pues qué es sino el diálogo platónico o la productividad mayéutica del diálogo socrático, donde se muestra la articulación de una verdad que se hace lenguaje y reúne a los interlocutores en un acuerdo en la cosa misma, sino un modelo vivo de la interpretación y de la experiencia del filosofar, como hermenéutica del dialogo, para encontrar la verdad que se esconde detrás de las palabras. Es en el siglo XIX cuando su uso se extendió hasta la interpretación textual en el campo literario y las teorías filosóficas sobre el significado y la comprensión, donde resultaron determinantes los aportes de Wilhelm Dilthey quien, recogiendo la tradición hermenéutica de Friedrich Schleiermacher, concebía la comprensión como un proceso de reconstrucción psicológica mediante el cual el lector reproduce la intención original del autor; es decir, los “intérpretes” reviven el acto creador poniéndose mentalmente en el lugar del autor.

El hermeneuta es, por lo tanto, aquel que se dedica a interpretar y develar el sentido de los mensajes, haciendo que su comprensión sea posible y todo malentendido evitado, favoreciendo una adecuada función informativa y educativa. Por lo que podemos ver la hermenéutica, en su devenir histórico ha tenido diferentes formas de interpretar un texto, en un principio en una relacional lineal y posteriormente se advierte que se da una relación circular, que se conoce con el nombre de círculo hermenéutico. En la época del romanticismo se da una un giro de tuerca más, adicional a los anteriores, el acto comprensivo involucra siempre a dos sujetos: en el fenómeno hermenéutico hay dos voluntades, dos espíritus que se confrontan y esto los conduce a una relación circular en donde se intercambian posiciones. El yo y el tú se encuentran, aquel con quien yo hablo es un tú; pero yo a la vez soy un tú para el otro, etcétera. Y, en el caso del enfrentamiento a un texto, se realiza también esa confrontación de espíritus, tal como se da ejemplarmente en el diálogo entre dos personas contemporáneas. Por ello es que, aún en el trabajo interpretativo sobre un texto de un autor desaparecido, se entabla un diálogo con éste. Y así, en este diálogo perpetuo entre el presente y el pasado se dan los cambios de valoración de las manifestaciones culturales anteriores o extrañas. Por lo que el pasado dejó de ser algo fijo para convertirse en algo cambiante, según los criterios del presente.
Siendo en esta misma época, el Romanticismo, donde adquiere el carácter de disciplina filosófica. Schleiermacher dirá que se trata de una "teoría de la comprensión". En efecto, la hermenéutica aspira a un proceso de re-creación o repetición del proceso de creación artística del texto o de la obra de arte, el intérprete habría de identificarse con el autor, congeniando con él. Schleiermacher tiene pues, una visión subjetivista y psicologizante. Dilthley partirá desde este punto y transformará a la hermenéutica en un método para las ciencias del espíritu. La comprensión adquiere así, en su última etapa, un carácter objetivo en tanto ya no se fundamenta en la "psicología comprensiva" sino que se dirige hacia las "objetivaciones de la vida", es decir, hacia las obras y valores históricos culturales que brotan de "la vida" y que han de ser otra vez captados por medio de la vivencia.
Pero es con Heidegger , en siglo XX, que esta disciplina alcanza auténtica profundidad filosófica. Dirá así que la "comprensión" es una estructura fundamental del ser humano y ya no una forma particular de conocimiento. Esto significa que la comprensión es lo que hace posible todo conocimiento. La interpretación es posterior a la comprensión, Martín Heidegger en su análisis de la comprensión, afirma que, cualquiera que sea, presenta una "estructura circular", es decir, toda interpretación, para producir comprensión, debe ya tener comprendido lo que va a interpretar.
Heidegger introduce nuevos derroteros en la hermenéutica al dejar de considerarla únicamente como un modo de comprensión del espíritu de otras épocas y pensarla como el modo fundamental de situarse el ser humano en el mundo: existir es comprender. Desde entonces su hermenéutica de la facticidad se convierte en una filosofía que identifica la verdad con una interpretación históricamente situada (Hans-George Gadamer). La hermenéutica es considerada la escuela de pensamiento opuesta al positivismo. (El Problema de la Conciencia Histórica. Capítulo III)
Nadie niega en la práctica la capacidad humana de conocer, es decir, de adquirir algún tipo de información tanto sobre el mundo externo como acerca de uno mismo. Pero lo que resulta problemático y ha constituido un tema recurrente de la discusión filosófica desde sus orígenes; es saber si podemos aprehender la naturaleza de las cosas tal como son en sí mismas. Es decir, si podemos conocer la realidad en sí, o solamente tenemos acceso a nuestras propias mediaciones cognoscitivas. En la Historia de la Filosofía, de modo particular a partir de la reinstauración del dualismo por obra de Descartes , las posturas adoptadas en relación con la posibilidad de conocer la realidad se han agrupado alrededor de dos ejes que podemos caracterizar, genéricamente, como la disyuntiva entre objetivismo y subjetivismo, o la oposición entre los paradigmas cientifista y constructivista. Este dualismo establece una dicotomía excluyente entre el mundo objetivo, integrado por realidades físicas y el mundo subjetivo, resultado de las intención humana; el ámbito público de lo observable y el mundo privado de los eventos mentales; el cuerpo y la mente, los hechos y los significados, la metodología cuantitativa y la cualitativa, los modelos explicativos y los interpretativos, etc. Este tipo de planteamientos, entiendo, sólo puede conducir a errores, pues el mundo real, concreto, donde se desarrolla la vida humana es un universo complejo, cuya comprensión no puede lograrse atendiendo sólo a uno de los extremos de la disyuntiva, sino más bien intentando una integración de ambos. Más si cabe, si el sujeto cognoscente de esa realidad, a la vez que intenta desvelarla, él también se ve envuelto en una complejidad mayor de autointerpretación, de sus posibilidades y limitaciones, a la hora de establecer la relación “del ser” con el mundo.
En la actualidad la hermenéutica se ha convertido en una corriente filosófica que, hundiendo sus raíces en la fenomenología de Husserl y en el vitalismo nietzscheano, resurge a mediados del siglo XX y tiene como máximos exponentes al alemán Hans Georg Gadamer ( 1900-2.002), Martin Heidegger (1889-1976), los italianos Luigi Pareyson (1918-1991), Gianni Vattimo(1.936) y la figura más representativa del pensamiento francés contemporáneo junto a Barthes(1.915) , Foucault y Derrida , Paul Ricœur (1913-2005), y ha caldo en pensadores tan heterogéneos como Jürgen Habermas, Otto Apel y Richard Rorty.
Independientemente, de que cada uno de estos pensadores adoptó una determinada posición hermenéutica en torno a la problemática de “la verdad”, definida como fruto de la interpretación del hermeneuta, y “del ser” (mundo-hombre-autor), representa una gran obra textual inconclusa que se comporta de manera semejante a como lo hace en el lenguaje escrito. La necesidad de una disciplina hermenéutica está dada por las complejidades del lenguaje, que frecuentemente conducen a conclusiones diferentes e incluso contrapuestas en lo que respecta al significado de un texto. El camino a recorrer entre el lector y el pensamiento del autor suele ser largo e intrincado. Ello muestra la conveniencia de usar todos los medios a nuestro alcance para llegar a la meta propuesta. Por lo tanto la hermenéutica es una herramienta magnífica del intelecto, que se va configurando o desarrollando como exégesis de la razón misma, sólo que, ligada inevitablemente a la razón y por ello a la palabra, conociendo el límite en el símbolo, por lo que la idea, trasciende la razón. http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/gadamer.pdf.
Es por ello que nuestro acercamiento a la hermenéutica como “interpretación del texto a la interpretación del sujeto cognoscente”, la vamos a realizar a través de la obra de Gadamer “El problema de la conciencia histórica”, permitiéndonos situarnos en la problemática posmoderna, de la validez de la historia del pensamiento como sustento de nuestro presente, es decir, si la tradición que fue puesta en entre dicho por la Ilustración, ya que ella era un obstáculo para la razón libre, puede ser tomada como referente de nuestro quehacer pensante, y no un prejuicio que otorga a la tradición un lastre ineficaz y absurdo. Y también el hecho de que el sujeto, se haya visto envuelto en una dinámica “autointerpretativa” de su misma exégesis en la hermenéutica, como sujeto cognoscente, es decir, como ser pensante que realiza el acto del conocimiento. Por lo que a lo largo de la historia de la metafísica y la epistemología, se ha discutido acerca de la pertenencia o no de tal sujeto a la realidad que conoce, y si ésta última es realmente la verdadera realidad, o bien ve una parte de ella, o una realidad falsa, o si en realidad es él quien la construye, como lo afirma el constructivismo.