jueves, 24 de diciembre de 2009

EL PENSAMIENTO ESTÉTICO MEDIEVAL Y EL MODERNO

En la Edad Media los problemas estéticos se derivan de la Antigüedad clásica, pero confiriéndoles un significado nuevo, partiendo del sentimiento del hombre, del mundo y de la divinidad - propios de la divinidad cristiana (a partir de la tradición bíblica y de la Patrística)-, incorporándolos en nuevos marcos filosóficos. El exclusivo estudio objetivo de la belleza -el esquema griego- cede ante el carácter psicológico de la escolástica: "se analiza la intima correspondencia del sujeto con el objeto". Lo bello es una percepción no propiamente visual, auditiva o de la inteligencia, el deleite derivado de él es de su propiedad. Objetivamente, la belleza debe resplandecer en virtud de su forma y orden, principios de perfección. Unidad y forma resplandecientes producen en el sujeto una profunda impresión estética.

El artista medieval es, mucho más que un individuo, el canal a cuyo través encontraba expresión la consciencia unánime de una comunidad orgánica e internacional. El juicio, dentro de la definición medieval, depende de la comparación de la forma efectiva o accidental de la obra, con su forma sustancial o esencial, según ésta preexistía en la mente del artista; pues «la similitud se dice con respecto a la forma» (Summa Theologica I.5.4), y no con respecto a ningún otro objeto diferente y externo, que se supone que ha sido imitado. La estética medieval no sólo es universalmente aplicable, e incomparablemente clara y satisfactoria, sino que también, al mismo tiempo que trata sobre lo bello, es bella en sí misma. Manifestativos de la belleza: proportio, integritas y claritas.( Edgar de Bruyne: La estética de la Edad Media, Ed. Visor, Madrid, 1987)

El estudioso moderno del «arte», puede inclinarse al comienzo a protestar por la combinación de la estética y la teología. Sin embargo, esta combinación pertenece a un punto de vista que no separa la experiencia en compartimentos independientemente auto-subsistentes. La teología es en sí misma un arte del orden más elevado, puesto que su incumbencia es el «ordenamiento de Dios», y, en relación con las obras de arte medievales, ocupa la posición de la causa formal, en cuya ignorancia resulta imposible un juicio del arte que no sea sobre la base de un gusto personal.

La doctrina escolástica de la Belleza, se basa fundamentalmente en el breve tratamiento de Dionisio el Areopaguita , en el capítulo del De divinis nominibus, titulado «De pulchro et bono».

Por su parte, Witelo en De perspectiva (1270) presenta una moderna concepción interactiva del conocimiento. Apunta cómo en la percepción de las realidades estéticas interviene no sólo la captación intuitiva de las formas sensibles (en la que ya actúan de forma casi instantánea la memoria, la imaginación y la razón) sino también una compleja interacción entre la multiplicidad de esos aspectos objetivos y la actividad del sujeto, que compara y relaciona.

En la Edad Media existe una concepción de la belleza puramente inteligible y de la armonía moral, de esplendor religioso y metafísico (de corte claramente platónico). Pero esa concepción, marcada en la importancia de los símbolos iconográficos del arte medieval, impregna la realidad moral, psicológica y sentimental del hombre de la época. El arte expresa, sin duda, la pretensión de amar a Dios; pero ese amor espiritual no niega el atractivo que suponen los objetos sensibles. El asunto crucial es dejar patente que la inclinación al amor ornamenti, a las iglesias suntuosas y a la belleza del canto y de la música debían estar puestas al servicio del amor a Dios.

No cabe duda de que los hombres y las mujeres medievales disfrutan de la belleza no fijándose exclusivamente en la autonomía del producto artístico o de la realidad de la naturaleza, sino en un captar todas las relaciones sobrenaturales entre el objeto y el cosmos, en percibir el significado metafísico-religioso de la verdad. Desde este punto de vista, las distinciones escolásticas entre belleza y utilidad, entre belleza y bondad son meramente retóricas. Cierto que Isidoro de Sevilla distingue entre lo pulchrum (lo bello por si) y lo aptum (lo bello en función de algo), doctrina transmitida desde la Antigüedad, pasada de Cicerón a Agustín de Hipona ; y de éste a toda la Escolástica. Pero esos mismos autores eclesiásticos que celebran la belleza per se del arte sagrado insisten luego en su finalidad didascálica (idealismo-materialismo); a saber, la pintura debe embellecer la casa de Dios, traer a la memoria la vida de santos y deleitar a los incultos (dado que la pintura es la literatura de los laicos).

Ya hemos apuntado la influencia platónica en el pensamiento medieval. Debemos también apuntar en esta influencia la idea, manifestada en el Timeo, de la belleza del mundo como reflejo e imagen de la belleza ideal. Esta posición coincidía y reforzaba la tradición bíblica, ampliada por los Padres, de la idea de que Dios vio, según se relata en el Génesis, que todo lo que había hecho era bueno y según se expone en el Libro de la Sabiduría, comentado por Agustín de Hipona ese mundo había sido creado según numerus, pondus y mensura, esto es, según proporciones matemáticas.

Durante el Medievo, la definición asumida plenamente procedía de Agustín: “la hermosura del cuerpo es la armonía de las partes acompañada por cierta suavidad de colo”r. Se recogía así la definición de la tradición estoica y clásica, en general, la díada chrôma kaì symmetrìa; y la posición pitagórica de la proporción, del número. Así pues, por un lado, la sensibilidad de la época, revive en una atmósfera de espiritualismo cristiano la kalokagathía griega, la armónica conjunción de belleza física y virtud; y, por otro, el filósofo escolástico tratará de discernir en qué consiste esa identidad y hasta qué punto se distinguen ambos conceptos.

En definitiva, la estética medieval culmina en los tres aspectos que establece Tomás de Aquino: proportio entre materia y forma del objeto artístico, ya como adecuación de la cosa a sí misma (perfectio prima) ya como adecuación de la cosa a la propia función (perfectio secunda), la integritas de la intención moral del hecho artístico y la claritas como verdadera capacidad expresiva del organismo concreto para mostrarse resplandeciente y ser gozado plenamente, sin turbación, sin esfuerzo, en paz y sosiego.( E. Panofsky: Arquitectura gótica y pensamiento escolástico, Ed. La Piqueta, Madrid, 1986.)


Finalmente nace en el pensamiento medieval "una teoría sistemática” que necesariamente retrasada con respecto al fermento y a la tensión práctica, lleva a cumplimiento la imagen estética del ordo político y del ordo teológico cuando éste está ya minado por mil partes: por la conciencia nacional, por las lenguas romances, por las nuevas tecnologías, por un nuevo sentimiento místico, por el cambio social, por la duda teorética. En un cierto momento, la Escolástica, doctrina de un Estado universal católico del que las Summae son la constitución, las catedrales la enciclopedia, y la Universidad de París la capital, tiene que vérselas con la poesía en romance, con Petrarca que desprecia a los "bárbaros" de París, con nuevos fermentos hereticales, con el aflorar de textos más o menos arcaicos, escritos en lenguas que la Edad Media había olvidado, con la nueva ciencia experimental y cuantitativa, con distintas concepciones del individuo y de la sociedad, de lo lícito y de lo ilícito, de la felicidad y del pecado, de la seguridad y de la inquietud; y, por lo tanto, fatalmente, también de lo bello, de lo feo y del arte. (Breve Historia del Mundo. Ernst H Gombrich)

Hay que decir, que si bien la belleza se adaptó a la poderosa presencia del pensamiento cristiano durante la Edad Media, por no hablar de las evoluciones a todo nivel del Renacimiento. Pero un cierto trasfondo entre platónico y matemático (la noción de proporción asociada al número, por ejemplo) siguió definiendo a la belleza.

Si moderno es lo nuevo, lo que está sucediendo o acaba de suceder, es lógico que se haya adjetivado de "moderna" a aquella Europa que en el 1400 estrenaba una cultura nueva, que renovaba de tal modo el rostro de la vieja Europa, que bien denominamos: moderna. Así pues podemos sostener que Leonardo fue uno de los protagonistas de ese tiempo de novedad tras novedad que dio su perfil a lo que hoy llamamos Edad Moderna, época en la que se ingresa en la Modernidad.

La Teología de la Encarnación en distintas prácticas rituales, da forma a una plétora de conceptos estéticos entre los que destaca la desgarradura como piedra filosofal. La práctica de la pintura moderna, lejos de reproducir la mimesis académica como una emulación nostálgica y petrificante de los monumentos del pasado, es el flujo vital de sangre que mana del Corpus Christi. La iconografía de la desgarradura, abierta por las úlceras del Cristo de los Dolores de Alberto Durero (1511), sucede siempre que Fra Angelico, Botticelli, Tiziano, Rembrandt, Vermeer, Soutine, Bacon y muchos otros presentan cuerpos abiertos por el «drama de la desemejanza» entre Dios y el hombre.

Ésta fue una época muy afortunada que tuvo, no solamente un florecimiento de grandes artistas, sino también una intensa, general e inagotable sed de “saber”. Estas condiciones permitieron un importante influjo sobre todas las artes. Por ejemplo, el profundo estudio de las doctrinas de Platón, hizo más grande a Rafael y Miguel Ángel, como también las inspiraciones de Virgilio y Homero estimularon a Filarete a esculpir las fábulas de Esopo sobre las puertas de San Pedro. Desde entonces, muchas otras gestas de los griegos y los romanos fueron usadas por los artistas como temas para sus extraordinarias y maravillosas obras. Sin embargo, el deseo de "saber" no se limitó a esto. También la Anatomía, la Geometría, la Física, junto a muchas metodologías prácticas, fueron materias de estudio y sirvieron para acercar a la perfección a todo lo que produjo la época renacentista. En todos los casos, la perfección alcanzada se logró respetando las siguientes reglas: Naturalismo, Proporción, Armonía, Equilibrio y Espontaneidad expresiva.

El signo moderno deja de ser un símbolo trascendente precisamente para flotar libre de cualquier significación atribuida por anticipado, ya sea por la historia o por la filosofía; un signo libre que cuestiona toda idea de historia atemporal, monumental y monolítica, cerrada sobre conceptos fundamentales de la historia del arte humanista.

Este cambio de gustos se debió, en principio, a la creciente admiración por el naturalismo y al deseo de imitarlo por su equilibrio y su aspecto, utilizando formas de expresión cada vez más reales. Como consecuencia, se inició la búsqueda de nuevas formas estéticas en oposición a la influencia medieval existente. Los gustos de la sociedad se acercaron lentamente, pero cada vez más, a la belleza estética y a las formas más exquisitas.

Cambió la Arquitectura, modificando sus tradicionales formas góticas por conceptos más estéticos. Aparecieron nuevamente las curvas, los arcos y las columnas en lugar de los pilares, con el consecuente cambio de todas las proporciones de los edificios. Se modificaron y también reconstruyeron numerosos palacios y, principalmente, muchísimas Iglesias, que inauguraron maravillosas cúpulas en lugar de los antiguos techos casi planos. Como ejemplo, se puede admirar en Florencia la gigantesca cúpula de “Santa Maria del Fiore”, un verdadero milagro de estática, construida por Filippo Brunelleschi (1377/1446). Se debe un gran reconocimiento a este genial arquitecto, que pudo resolver numerosos problemas de ingeniería que parecían insuperables. De Brunelleschi se recuerda la construcción (siempre en Florencia) de la Iglesia de San Lorenzo, del famoso Palacio Pitti, del Hospital de los Inocentes y de la Capilla Pazzi.( A. Blunt: La teoría de las artes en Italia (del 1450 a 1600), Ed. Cátedra, Madrid, 1979.)


Siempre en arquitectura, años después, debe recordarse la construcción de la cúpula de la Catedral de San Pedro en Roma, que fue encargada en 1547 a Miguel Angel Buonarroti (1457/1566). Esta extraordinaria realización fue siempre recordada como una obra suma. En cuanto a la escultura, también hubo avances muy importantes. Vale la pena nombrar uno de los más grandes escultores del 1400, “Donato di Nicoló di Betto Bardi”, conocido como Donatello (1386/1466). Desde joven comenzó a estudiar las esculturas y los bajorrelieves antiguos, tratando de sintetizar los conceptos de armonía y equilibrio. Más tarde, como artista, creó numerosas esculturas esparcidas por toda Italia. Entre las mayores citamos La Cantoria, el San Giorgio, el Zuccone, el San Giovanni Evangelista, el Crocifisso y las dos puertas en bronce de San Lorenzo, la Iglesia florentina en la cual reposan sus restos.

Siempre en escultura, años después, Miguel Ángel, alumno de "Ghirlandaio" genial escultor, además de pintor y arquitecto, dio al mundo infinidad de esculturas, entre las cuales se destacan El David, El Moisés y La Piedad. Este gran artista vivió en la misma época que Leonardo da Vinci, estando los dos entre los máximos representante del Renacimiento.

La pintura fue la última de las artes que introdujo las nuevas tendencias. La innovación comenzó con la utilización de la perspectiva, que permitió una visión mucho más real de las imágenes. Además, el uso de los graffitis, las témperas y, por último, la pintura al aceite, permitieron un cambio realmente revolucionario en este arte.
Los pintores fueron innumerables, con obras geniales en el concepto, diseño y ejecución Entre todos, están los genios como Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Giotto (1267/1337), Botticelli (1444/1510), Rafael (1483/1520), sin olvidar a Mantegna, Pier de la Francesca, Beato Angélico y muchísimos otros.


Naturaleza Mundo Hombre Semejanzas
Estética Medieval La naturaleza se ofrece como objeto de contemplación y fuente de goce estético por lo menos en dos sentidos: el sensible y el inteligible. Ambas, la belleza inteligible y la belleza sensible se manifiestan en el arte mediante el número y la proporción, el color y la luz y el símbolo y la alegoría. En el arte medieval se aprecia una constante y decidida búsqueda de equilibrio entre la belleza trascendental y la belleza sensible. Se parte del principio de que la belleza ha de afectar tanto al ojo como al alma. Plantean a Dios como el creador y la fuerza capaz de descubrir lo bello, con lo cual lo que deja de estar vinculado a Dios, dista de ser bello. La estética medieval teme que le hombre si presta un excesivo interés por las cosas de la tierra pudiera perjudicar al alma, cuya verdadera vocación está en otra parte El número da origen al orden, el ordenamiento de las partes iguales y desiguales en un todo integrado de acuerdo con un fin.
Estética Moderna La cultura de la estética moderna, transforma la concepción de la naturaleza, "en simple entorno de la existencia humana, individual y social”. La espiritualidad humana no tenía por qué disociarse del mundo material, ni el intelecto por qué predominar sobre la sensibilidad. Durante el Renacimiento emergió una forma innovadora y originalísima de inventar y plasmar estéticamente el mundo interior y el exterior; se trató de conquistas pictóricas como el creciente realismo de las figuras, la caracterización psicológica de los rostros, la identificación de los personajes a través del retrato y el autorretrato. El hombre se convierte en el interés del propio hombre. No se conformaron con la visión que les habían presentado del hombre y por eso decidieron averiguar por si mismos. La sencillez es el alma de esta estética, pues en las relaciones numéricas más sencillas, quizá no sería correcto aplicar aquí el vocablo simple, están las más comprensibles para el hombre, por tanto las más bellas. En esta sencillez también reside lo apropiado. La estética de la música nos lleva a la matemática, y de ahí a la metafísica el paso es muy corto.


BIBLIOGRAFIA.


- Raymond Bayer: Historia de la estética, Ed. Fondo de Cultura Económica México, 1987.
- Edgar de Bruyne: La estética de la Edad Media, Ed. Visor, Madrid, 1987.
- José María Valverde: Breve historia y antología de la estética. Ed. Ariel, Barcelona, 1987.
- E. Panofsky: Arquitectura gótica y pensamiento escolástico, Ed. La Piqueta, Madrid, 1986.
- A. Blunt: La teoría de las artes en Italia (del 1450 a 1600), Ed. Cátedra, Madrid, 1979.
- El pensamiento estético de Theodor W. Adorno. Vicente Gómez.Ed
- Historia de las Ideas Estéticas. Fundación para la Universitat Oberta de Catalunya. José Mª Valverde Pacheco y Joan Campàs Montaner. Septiembre 2007.
- La Historia del Arte. E.H. Gombrich.Ed: Debate, 1.997.
- Breve Historia del Mundo. Ernst H Gombrich.Ed: Quinteto, marzo 2.005.


PARA SABER MÁS

- http://es.truveo.com/Arte-Medieval-y-renacimiento/id/1456562189.
- http://www.infoartedigital.com/index_archivos/esteticaedadmedia.htm.
- http://66.102.9.104/search?q=cache:9FTe30CnNKcJ:www.revistapolis.cl/17/diez.doc+estetica+moderna+%2Bmedieval%2Bsemejanzas&hl=es&ct=clnk&cd=27&gl=es&lr=lang_es.
- http://www.rosariarte.com.ar/contenidos/index.php?op=nota&nid=155&pn=1.
-

domingo, 22 de noviembre de 2009

¿ES VIABLE EL RELATIVISMO COGNITIVO EN LA CIENCIA?

Lo que podríamos llamar “relativismo cognitivo” es la concepción -u opinión- de que la realidad y la verdad se reducen a una mera cuestión subjetiva. Más precisamente, que el valor de verdad de los enunciados que se refieren a la realidad depende de quien los enuncia. Tenemos así dos conceptos a considerar: realidad y verdad. En la presente reflexión adoptamos el supuesto de que la realidad existe independientemente del hecho que la conozcamos o no. No es verdadera ni falsa, simplemente es, -verdad y falsedad se predican de proposiciones, no de entidades reales-.

En cuanto a la verdad, vale la pena recordar que ésta se encuentra en el nivel gnoseológico , y su análisis depende de la postura que adoptemos al momento de indagar si podemos conocer algo y de qué modo podemos hacerlo. Existen quienes afirman que la verdad es lo que cada cual cree que es, de modo que mi verdad es la mía y tu verdad es la tuya. Lo que yo pienso es mi verdad y lo que tú piensas es la tuya, la verdad objetiva no existe, sino que depende de la “óptica” o del “punto de vista” de cada uno. Esto indica facilismo, pereza intelectual y además pone en evidencia una postura que paraliza el debate serio y el intercambio de ideas. De acuerdo con tal postura, existirían tantas físicas como concepciones -individuales o de grupos de individuos- de la Física, (por dar un ejemplo). Además, no creo que Galileo, Newton, Einstein, Bohr, y otros pensadores notables estrujaron sus cerebros nada mas que para encontrar sus “propias” verdades. ¿Será que estaban convencidos de que los resultados de sus investigaciones producirían verdades sólo para ellos? .Honestamente, no lo creo así. La historia muestra que los científicos pretenden que los resultados de la investigación se organicen en sistemas llamados teorías objetivas -tanto como sea posible-, es decir, independientes de los gustos, preferencias o caprichos de nadie. Es cierto que existen teorías que rivalizan en cuanto a la descripción de determinados sectores de la realidad, pero justamente lo hacen porque se intenta saber cuál de ellas se ajusta mejor a los hechos, es decir, esta “puja” entre teorías existe porque se supone que los hechos pueden describirse objetivamente. Si no fuera así, ¿qué sentido tendría la comparación de teorías rivales?, en todo caso, se aceptaría cada una con su propia descripción, y asunto terminado.

Una cosa es el relativismo y otra cosa es el perspectivismo, desde luego que hay una verdad, no es relativa, y si la verdad fuera que es relativa, entonces no sería relativa mas que al observador, pero sería concretamente relativa, por lo tanto sería una concreción exacta. Cuando algo es relativo hay que decir que si es relativo con respecto a qué. Yo soy de los que piensan como Ortega y Gasset, que todos tenemos razón desde el punto de vista que tenemos, al aprender comprendemos más y nuestro punto de vista se amplía. La verdad se consigue al sumar todos los puntos de vista particulares. Si uno dice que es relativa otro que no lo es, a lo mejor es que desde el punto de vista que están pensando tienen razón, en relación a lo que están pensando, en otros asuntos estarían equivocados.

Los realistas científicos no han eludido estos desafíos. Algunos han acusado a los relativistas de adoptar lo que viene a ser una posición de autocontradicción. Si, como se afirma, no hay nada que sea verdad, esta afirmación tampoco puede ser entonces verdadera. Los realistas han cuestionado también la filosofía del lenguaje latente detrás de la afirmación de Kuhn de que las sucesivas teorías científicas se refieren a diferentes entidades y fenómenos, manteniendo que el constructivismo social ha exagerado la influencia a largo plazo de los factores no cognitivos sobre la evolución de la ciencia. Pero el debate de si la ciencia es un proceso de descubrimiento o una invención es tan viejo como la historia de la ciencia y la filosofía, y no hay soluciones claras a la vista. Aquí, como en otras partes, los filósofos han tenido mucho más éxito en poner de manifiesto las dificultades que en resolverlas. Por suerte, una valoración de cómo la práctica científica resiste una explicación puede iluminar por sí misma la naturaleza de la ciencia.

En resumen, el relativismo cognitivo puede ser válido en el terreno del arte, tal vez la Teología, o cuando entran en juego convicciones religiosas, pero es erróneo afirmar que vale en el terreno de las Ciencias fácticas. La pretensión de objetividad está implícita en la actividad científica. De hecho, el investigador asume -aunque no siempre explícitamente- que el mundo existe de por sí, independientemente de nuestro conocimiento de él, que podemos conocerlo, al menos parcialmente y provisoriamente, y que los eventos son naturales y legales. Y por eso se empeña en tratar de conocerlo y averiguar como funciona. Y por eso existe la Ciencia. Y por eso existe la tecnología, fundada en aquella.

Protágoras decía el "hombre es la medida de todas las cosas", refiriéndose a la relatividad de las cosas con respecto al hombre, pero eso es lógico, siempre habrá un sistema de referencia. Seguramente existen distintas interpretaciones acerca de un mismo hecho, y todas la que se ajusten a la lógica y la comprobación empírica son viables, pero de eso no se sigue que la realidad dependa de las diversas tesis acerca de cómo es. La conozcamos o no, la realidad sigue siendo como es. Una cosa es la realidad y otra nuestro conocimiento de ella. Es muy frecuente actualmente confundirlos.




"Respecto de todas las ciencias, artes, habilidades y oficios vale la convicción de que para poseerlos se necesita un reiterado esfuerzo de aprendizaje y de ejercicio; y que, si bien todos tienen ojos y dedos, y se les proporciona cuero e instrumentos, no por ello están en condiciones de hacer zapatos. En lo referente a la filosofía, en cambio, parece ahora dominar el prejuicio de que cualquiera sabe inmediatamente filosofar y apreciar la filosofía porque para ellos posee la medida en su razón natural - como si cada uno no poseyera también en su pie la medida del zapato."

Hegel, Phänomenologie des Geistes,
p.54 (ed. Hoffmeister)

sábado, 21 de noviembre de 2009

¿El Lenguaje describe la realidad o la crea?

¿EL LENGUAJE DESCRIBE LA REALIDAD O LA CREA?

En primer lugar, me gustaría empezar diciendo que la filosofía nació y persiste, por la problemática de determinar la relación entre el hombre -lo subjetivo- y la realidad externa a nosotros – lo objetivo-. En esta dialéctica entre subjetivo y objetivo, ha habido un paradigma que ha dominado toda la filosofía desde Platón, hasta principios del siglo XIX, la conciencia y el pensamiento, siendo sustituidos en la era moderna por el paradigma lingüístico, producido a principios de siglo XIX, a partir de las reflexiones analíticas de Frege, Russell y Wittgenstein y hermenéuticas de, principalmente, Von Humboldt y Heidegger, que implicó el abandono de categorías de análisis y supuestos metafísicos como punto de partida del pensamiento filosófico, así como, en buena medida, de conceptos corrientes en la filosofía de aquel tiempo tales como conciencia, sujeto trascendental, espíritu, etc..

En una primera instancia, diría que el lenguaje hablado, es una cualidad única del hombre , y que le ha permitido describir la realidad, en la medida en que ésta ya existe de antemano a su existencia, es decir, la existencia de una montaña, un río no depende de la existencia o no de la capacidad del lenguaje del hombre, ni siquiera de la existencia del hombre. Lo que el hombre ha hecho es etiquetar esa realidad, mediante un acuerdo en cuanto a los símbolos que representan esa realidad.

Sobre la cuestión sobre si el lenguaje es descriptivo de la realidad o la crea. Creo que el primer escollo se plantea cuando queramos definir el término "realidad" .

¿La realidad es aquello que nos es dado a través de los sentidos? Si a ello respondemos que si, entonces el lenguaje describe aquello que nos es dado a nuestros sentidos.

Si respondiéramos que no. Que la realidad última no alcanza a nuestro entendimiento, entonces el lenguaje crea realidades, que incluso ha conformado el actuar del hombre. Pensemos en la tradicional respuesta dada por el cristianismo, a la hora de decir que después de la muerte corporal, "el alma humana" irá al cielo o al infierno dependiendo de como se haya comportado en su vida terrena. Nadie que yo sepa, ha documentado la existencia del "alma" y su ida al cielo o al infierno. Sin embargo, gran parte de la vida de los occidentales, se ha amoldado y ha producido reacciones de culpa, satisfacción, dolor, angustia, miedo...etc, ante la descripción de "una realidad" no fáctica.

Ahora bien, con la capacidad del lenguaje - yo diría desarrollo del pensamiento, en tanto que éste es necesario para su formulación – ha permitido al hombre crear realidades que poseen un significado, cuando el hombre ha sido capaz de establecer una definición aceptada por la comunidad en la cual se encuentra y con la cual interactúa. Por ello en este apartado hay que decir que el estudio del lenguaje comprende los aspectos culturales, materiales e ideológicos en los que se produce el fenómeno lingüístico, sin aislarlo del resto de las actividades sociales o del marco institucional en el que se desarrolla, ni considerarlo en abstracto, sino a través de los actos concretos realizados con y mediante él, cuya validez se miden por la adecuación a las normas y costumbres socialmente aceptadas que regulan las diversas interacciones simbólicas. Así los conceptos que posee una comunidad establecen la forma de la experiencia que sus integrantes tienen del mundo, pero a su vez esos conceptos se subordinan al mundo debido a que son el producto de una forma de vida específica y dependen de las condiciones materiales en que se generan y de los juegos de lenguaje a los que pertenecen.

La participación del lenguaje es necesaria para la existencia de cualquier tipo de institución; es imposible pensar una institución sin un lenguaje que sirva para codificar y establecer las conductas que son esperables y las que están prohibidas dentro de esa institución y que posibilite la comunicación entre los miembros por medio de la función simbolizadora propia del lenguaje. Es por ello que, desde esta perspectiva, el lenguaje es la institución social básica ya que todas las demás presuponen al lenguaje pero éste no las presupone a ellas para existir (alguien puede poseer lenguaje sin tener dinero ni matrimonio, pero nadie puede ser propietario de algo o estar casado con alguien sin ser usuario de un lenguaje común).

Nuestros parámetros variarán enormemente según sea el lenguaje en que nos formemos y crezcamos y las instituciones de que tomemos parte. Existen categorías de pensamiento que están presentes en un idioma y no en otros, al igual que determinados términos son corrientes en algunas instituciones e inexistentes en otras; con lo cual nuestro modo de ver la realidad difiere si somos hablantes de una lengua o de otra, si pertenecemos a ciertas instituciones o a otras.

De lo anteriormente dicho, puedo sostener la tesis de la participación del lenguaje en la experiencia y en la concepción del mundo: cada lengua contiene una visión de mundo -una representación específica de él, una cosmovisión - y al individuo ésta se le impone con el lenguaje que le es dado en su proceso de endoculturación . Con el lenguaje aprendemos, y no sólo señalamos, distinciones y determinaciones; el mundo no es percibido objetivamente de un modo puro sino que se nos aparece –y nos es comprensible y asimilable – en primera instancia a través de las categorías de nuestro lenguaje. La conformación de la experiencia de acuerdo con el lenguaje, las instituciones y la cultura de las que tomamos parte concretan una unión inseparable entre cultura, lengua y vida.

La capacidad que tienen las comunicaciones simbólicas -lenguajes audiovisuales, corporales, estéticos, etc.- de ser el horizonte, el marco regulativo, que conforma nuestras pautas de pensamiento, sentimiento y acción hace imposible separar en la actualidad nuestra subjetividad independientemente de los procesos simbólicos que pueblan las instituciones en que nos desenvolvemos cotidianamente.

Por último, me gustaría decir que el lenguaje no abarca toda la realidad aprensible por el hombre, así tenemos experiencias que no sabríamos definir y sin embargo se manifiestan, tal es el caso por ejemplo de la infinitud. No podríamos definirla sino fuera por su contraria, la finitud pero no llegaríamos a mucho más. Al principio decía que la filosofía nace del deseo de transcender el mundo del pensamiento y de la experiencia humana para encontrar un punto superior a los mismos desde el que contemplarlos como un todo. Esta empresa requeriría un aparejo intelectual poco corriente; pues no se trata solamente de comprender el mundo del pensamiento –relación sujeto___objeto- y de la experiencia, sino también de comprenderlos y describirlos. Por lo que cabría preguntarse si hay realidades filosóficas.

BIBLIOGRAFIA.

- Filosofía II. Joseph-María Terricabras. Fundació per a la Universitat Oberta de Cataluña. Septiembre 2.006.
- Wittgenstein. David Pears. Ediciones Grijalbo. Barcelona 1.973.


PARA SABER MÁS

- http://es.wikipedia.org/wiki/Endoculturaci%C3%B3n.
- http://www.psicologia.unt.edu.ar/programas04/el%20lenguaje.doc.